(Primera de IV partes)
Quiero empezar recordando una leyenda cuyo personaje principal es una mujer que tiene el don de ver el futuro, pero carece de la elocuencia para convencer a quien le escucha y por esa razón nadie cree en sus profecías La leyenda nos cuenta que Apolo estaba enamorado de Casandra, la hija menor de Príamo y Hécuba, reyes de Troya. Ella le pidió al dios el don de ver el futuro, y él pidió a cambio un encuentro carnal, pero luego de que le concedió el don, ella se negó a cumplir rotundamente y en venganza Apolo le dio la maldición de la incredulidad. Casandra podía ver el futuro, pero nadie le creería . (2)
Entre otras cosas, Casandra advirtió a su padre de que el caballo gigante de madera era una trampa, pero no le creyó y Troya fue destruida. También le advirtió a Agamenon que no caminara por la alfombra que Clitemnestra le pedía hiciera. No le hizo caso y Egisto y ella lo mataron a él y a la misma Casandra.
Casandra bien podría ser el modelo del poeta de hoy. Puede ver el futuro, pero nadie le creerá su profecía y por esa razón ha preferido dejar de ser vidente.
Rimbaud se quedó allá a lo lejos.
Que el poeta ha dejado de ser vidente podemos verlo de manera inmediata en esta antología.
Pero lo más grave, quizás, es que al perder, o al dejar de ejercer, ese atributo, también ha dejado de ser el intermediario entre el mundo de los dioses y el mundo de los hombres.
Ha modificado, pues, la visión del mundo de los poetas y en consecuencia ha cambiado su propio status.
El cambio de paradigma es un hecho contundente. No hay poeta menor de cuarenta años que no participe en esta nueva visión de la poesía, dentro de la cual los recursos literarios, la retórica tradicional, se han volatilizado.
Aunque no lo conozcan, siguen los dictados de Vladimir Maiakovski (3) que afirmaba que el poeta es el que escribe poesía y no necesita de ninguna regla para hacerlo y que, por lo contrario, él es el que impone sus reglas mediante el proceso de construcción del poema.
Este cambio de paradigma ha dividido de nuevo, ha zanjado, la diferencia entre los poetas, como lo hiciera Jaime Sabines en su poema “Hay dos clases de poetas modernos” (4) que espero recuerden.
Notas al pie:
(1) Ponencia leída el 2 de septiembre de 2011 con motivo de la presentación de la antología “México lindo y querido”.
(2) Angel K. Garibay. Mitología griega. Ed. Porrúa; Col. Sepan Cuántos.
(3) Vladimir Maiakovski. El arte de escribir versos, en Poesía y Revolución.
(4) Jaime Sabines. Nuevo Recuento de poemas. Ed. Joaquín Mortiz.
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