sábado, 3 de septiembre de 2011

LA MALDICIÓN DE CASANDRA (IV parte, última)

Porque nadie puede hacer reportajes de guerra en la distancia, hay que estar en la brega para legitimar los hechos de los que se habla, y estos poetas, de más está decirlo, están en este mundo.

Están en este mundo y por eso no tienen razones ajenas para hablar de lo que hablan, de las muertes provocadas y de los asesinatos perpetrados por la falta de eficacia de quienes deben proteger a todos los mexicanos. Parece que nada de lo que sucede en este mundo les es ajeno.

La decisión –porque considero que es un acto voluntario– de ser invidente, de abandonar la posición intermediaria sacerdotal entre el mundo de los dioses y el mundo de los hombres le da a esta poesía un carácter verdaderamente humano, necesario para que todos sintamos qué sucede en nuestro país y, por extensión, en el mundo, en donde las guerras intestinas no son más que genocidios malthusianos disfrazados bajo la bandera de la conservación o recuperación de la seguridad y del estado de derecho.
Lean estos poemas y atiendan a esa expresión distinta de la que los intelectuales orgánicos han impuesto.

Muchas gracias.

Guadalajara, Jalisco, a 1 de septiembre de 2011.

Carlos Prospero



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